Sos un egoísta.
Sólo tomaste de mi lo bueno, cuando yo soy un todo. Perfeccionista.
Habiéndome conocido en todos mis estados, me tendría que haber dado cuenta que nunca te llegué a satisfacer, nunca te pude llenar del todo a pesar de haberte luchado. Tu ego fue la tercera en discordia en esta relación, tu ego y eso con lo que luchas que ni nombre le podes poner pero te domina. Lloraste, lloras de lástima por vos mismo por tu otra mitad qué sí quiere. Si crees que amar es esto, cuando te dejes de querer egoísta vas a ver lo que es amar a otra persona, no distinguís lo que es cuidarte a vos de lo que es dar para recibir más de lo que vos sólo te podés.
Y quedo en paz con vos, porque me enseñaste. No te odio, en mi aceptar el punto final lo puse con amor. Porque te acepto perfeccionista, ego, te acepto con tu oscuridad, la que te convence de soltarme la mano, fui de las pocas que pudo hacer las paces con ella por un tiempo al menos. Yo no soy para vos entero. Me pregunto si alguna vez te darás cuenta que caminas por el lado de la sombra de la vida a pesar de creer que lo haces sin tropiezos ni riesgos. Porque te lo perdés: te perdés de vivirla, de la emoción, del salto, del resultado, de la victoria, de la satisfacción. Porque me perdes, porque te ame genuino, con todo los obstáculos de la vida, con mi tiempo, y con mi decisión. Te deseo sólo felicidad, por eso te advierto: déjate cuidar, déjate escuchar, soltate, cruzá Federico, cruzá del otro lado y de la mano de quien te dejes hacerlo.
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