Creo que a veces te entiendo.
Pero otras de verdad, te entiendo.
Como cuando siento que me amas infinito.
Cuando me miras profundo y en un abrazo
no me soltás, y hasta logras tenerme
Cuando me despedís que parece que me
soltás apurado pero siempre mirás para ver como parto.
Pero no amamos igual, a pesar de que nos
amamos igual.
Porque yo te quiero siempre, intenso,
todo el tiempo. Te quiero junto a mi, a mi lado, te quiero acompañar, te quiero
espiar, te quiero seguir, tengo una inmensa necesidad de tu ser constante,
profunda, de tu atención, de tu beso.
Vos no sabes amar para estar, para ser de
a dos, para transformarse en una pareja. Vos reposas, existís, y sólo de a
ratos te compartís. Como si supieras que sos mucho, como si te diera vergüenza
mostrarte, como si te negaras a la posibilidad por sólo tomar mi mano, como si
en el orden de las prioridades todo coexiste en un balance de igualdad de
oportunidades.
Y yo te quiero siempre, que coincido en
los momentos en que te dejas.
Pero no me es suficiente, porque lo que
para mi no es suficiente para vos es absoluto. Y lo que para vos es suficiente
para mi no define el complemento, porque en tu ausencia solo coexisten las
ganas.
Y te entiendo, porque en el secreto del
querer de tu abrazo, de cuando me suspiras un te amo, de cuando me pedís que me
cuide, existe tu amor mas puro.
No es maldad no saber amar de a dos y de
que en realidad solo tengas que aprender. O no. Porque así te amo yo, tal y
como sos, aunque creo que no estés preparado para alguien como yo.
Creo que a veces te entiendo, quiero
creerlo, pero otras de verdad, te entiendo.
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