sábado, 24 de octubre de 2015

23 de octubre de 2015

Mi queridísimo,

Hoy te miré a los ojos y con mi cara de niña mujer te dije que me hacias feliz. No te mentí, pero te oculté lo que encierra la felicidad para mi. Hace una semana me dijiste que crees y sostenes no tener corazón. Yo te miré con la misma intensidad del impulso con la que te miré antes de declararme feliz a tu lado y no pude refutarlo.
Mi felicidad encierra una risa, la comodidad de conocer y amar lo que mas detestas de vos mismo, el creerte y saberte incondicional, el contar con tu abrazo sin explicaciones. Tiene algo de la profundidad de tu mirada, de lo que me enseñas y me recordas que quiero cuando se trata de dos, de la ansiedad del futuro juntos y el desimulo de lo expuesto y de esas ganas que sea mañana ya mismo. Soy feliz porque te amo, porque crees que es pasajero y se me va pasar, porque por primera vez tengo el miedo genuino de perder a alguien porque me hace bien y duele dulce, porque me cuesta despedirme, y porque te quiero proporcionalmente igual de feliz.
Encierra placer, el saber que sin vos no lo hubiera logrado, el querer agradecerte por tu cuidado, por tu respeto desinteresado, por acompañarme de la mano y al lado mio, siempre para decirme linda, para caer conmigo si se amerita, y hacerme volar con tu suspiro de orgullo a tu lado. Encierra el hacerme una mejor persona, el sentimiento de sentirme cómoda conmigo misma, el cumplir tu promesa de hacerme feliz.
Podes creer que no tenés corazón, podés creer que el tenerlo tiene otro significado. 
Por ahi yo vine a darle un sentido, a interpretarlo a ser prueba viviente de lo que podes hacer, a recordarte, a mirarte a los ojos y decirte, que si algún día lo logro, si algún día lo logramos es porque me haces feliz...

Suya

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