24 de julio en algún lugar
Mi queridísimo Gustavo,
No he podido olvidar nuestro último encuentro, y me pasa a menudo cada vez que nos vemos por última vez. Tengo presente Gustavo lo que he prometido a sus pupilas oscilantes entre mis labios y palabras de escalón, se que trepaban y que no lograron argumentar a mi expresión ciega. Lo sé, pero créame separarme de su presencia física me es una ruptura en un plano tan poco conveniente, usted en realidad debería abandonar el oscuro rincón de mi mente.
Ya sé lo que le dije, que primero debería arreglar algunos asuntos míos, que usted va por una vía diferente por la que corren mis problemas. ¿Pero sabe qué? he estado pensando, he estado pensando que en realidad no lo voy a poder lograr sin usted. Si bien intento que no sea una razón me temo que no me queda otra que usted sea ni más ni menos que la razón. Tómeme de la mano míreme a los ojos y dígame que no me va a dejar.
Tengo miedo Gustavo. Tengo miedo que un día me deje de amar, por momentos me prefiero encerrada en los momentos de frío y otoño de amor eterno y de imposibilidades limitantes que nos contienen cómodos. Me gusta acurrucarme en esa sensación de permanencia, en ese estado tán perfectamente inútil, ¿no le parece? Vivir eternamente de amantes imposibles. A diferencia de usted este estado de ebriedad producto del consumo de su ser, es un estado para mi perfecto. Yo preferiría vivir así, yo se que su racionalidad no se lo permite, pero para una mujer como yo, usted viene en un envase de delear más que conveniente, soy su adicta Gustavo.
Disfruté del almuerzo en el museo, lamento que mi postura no ha sido la más apropiada, las lágrimas desbordaron antes de lo que imaginé, siempre sucede lo mismo no sé por qué no dejo de lado mis expectativas en cómo me voy a comportar. Pero como bien le dije, ese almuerzo no fue más que un cachetazo de percepción realista. Usted y yo no somos, y ese almuerzo no goza de las libertades que me he querido tomar desde que nos vimos la primera vez por ultima vez. ¿cómo se puede vivir así? si desde que lo vi le he querido decir, le he querido probar, le he querido dar, no me he querido atrever...puede que mi inocencia me haga correr la película del futuro sin ver las secuelas de la saga, pero usted, usted es diferente. Usted y yo crecimos separados pero conectados a un destino común de volver a creer en que siempre habría una última vez, el uno con el otro, una última vez.
Tengo que confesarle el mayor de mis secretos, usted a convivido conmigo todo este tiempo. ¿Qué diría si le confieso que de a ratos mientras no importa lo qué en voz alta mencionaba su nombre y decía que lo amaba? lo sé es ridículo. No, nadie me escuchaba, a veces disimulaba con palabras parecidas a su apocope, me ruborizaba de odio de incomprensión hasta que el eco llegaba a mi cabeza y me reprochaba la impulsividad. Nunca supe por qué esas palabras brotaban de mi boca en ciertos instantes pero lo hacían. Nunca lo entendí y creo que nunca lo haré por ahí usted guarda una respuesta o una interpretación, a mi me gusta pensar que usted al mismo tiempo pensaba en mi, y así mi cuerpo impulsivo reaccionaba en mi andar cotidiano, como un vómito del alma y del destino, su amor regurgitaba en palabras incoherentes recordándome que aún estaba allí pensando en mi.
Lo sé. Me he tomado el atrevimiento de no usar su verdadero nombre, y le prometo que cada carta llenará el encabezado de la misma con un nombre diferente, después de todo usted es para mi todos los hombres es uno.
Suya